La noche del viernes al sábado hacía muchísimo calor, la humedad relativa era del 99% y a pesar del kill-paff unos veinte o treinta mosquitos hicieron blanco en su objetivo: Doña Fatalidad. Duermo entre la cunita de Candela y el Sr. X. Los atacantes tenían forzosamente que esquivar otros objetivos para llegar a mí, pero eso no les desanimo. Por supuesto no quiero que a mi niña me la toquen los bichos, pero repartir con el Sr. X. no lo veo mal. Al fin y al cabo estamos casados en gananciales ¿no?
Por la mañana, haciendo la cama, miro hacia el suelo y veo una mancha roja, y pienso: ¡Que raro! Me he rascado un par de picaduras hasta hacerme sangre, pero no como para salpicar. Me voy al otro lado estiro la sabana vuelvo, y en lugar de una mancha de sangre veo tres y digo: esto no puede ser, me fijo y en lugar de tres veo siete. Me pongo la gorra de C.S.I. y cojo la lupa, en cada mancha de sangre se podían contar entre cuatro y seis patas, una trompeta y un par de alas. Los resultados de ADN del laboratorio confirmarán que toda aquella sangre era mía.
Posted by Fatalidad at 5 de Julio 2004 a las 11:29 AM