Cuando nació mi hija, su abuela, mi suegra, me dio todo tipo de consejos bienintencionados, que yo con la misma buena intención rechazaba con argumentos más o menos elocuentes.
Ella le había dado el pecho a sus tres hijos, pero creía en los horarios aun así fue la única que aguanto estoicamente mis charlas sobre la producción de leche, y al ver como crecía mi niña, como por días aumentaba, (Candela nació delgadita 2,900) se convenció de que efectivamente lo de a demanda funcionaba, y no solo eso, además no había que dejar llorar a la niña muerta de hambre hasta que llegase su hora lo cual le pareció una gran ventaja Ahora cuando le da los biberones de mi leche a la niña, no se agobia en absoluto como harían otras abuelas, que le da solo un tiento pues solo un tiento, que a la media hora se lo bebe entero, pues se lo bebe entero, y todos tan contentos.
Luego estaba el tema de los brazos, que no la cogiese en brazos que se acostumbraban y todo el discurso de la esclavitud de la madre. Otra vez escuchó atentamente mis argumentos sobre la bondad de los niños, sobre la necesidad que tienen de su madre, de contacto y se leyó un articulo de Carlos González que terminó de convencerla completamente, y que le encantó por que en la parte final decía que los niños están mucho mejor con sus abuelas que en la guardería. Así que desde ese momento, la niña tenía un mes, ya no volvió a pasar ganas de cogerla, y para desesperación de mi marido es la primera, es más rápida incluso que yo, que cuando estamos en una reunión familiar coge a la niña y come con ella en el regazo.
Y el sueño los niños no pueden dormir en brazos, pero claro, como ya había llegado a la conclusión de que los brazos son buenos, mi niña se ha echado siestas de tres, incluso cuatro horas en brazos de su abuelita. Por las mañanas cuando el padre se la deja, la niña lo primero que hace es acurrucarse contra el pecho su y echar un buen sueño.
Y ya el colmo de la adaptación de una abuela tradicional a la crianza natural, es el colecho, que poco me gusta esa palabra. El sabado tuvimos una boda y dejamos a la niña con su abuela, y por lo visto durmieron la siesta juntas la abuela estaba que no cabía en sí, la niña se había quedado dormida con la manita en su cara.
Ayer me llama y me dice, Miriam, me tenía que haber callado, pero no he podido Había ido a ver a un recién nacido, y el bebe protestaba pero la madre estaba esperando a que fuese la hora para darle el pecho, y ella intento explicarle lo de a demanda y claro no obtuvo mucho éxito.
Luego por la noche mientras me acordaba me reía si me lo cuentan hace ocho meses, no me lo creo ¡Que suerte he tenido!